Reseña: |
La esencia del protocolo social es el respeto integral a
la persona, sea cual sea la condición social y el lugar
donde esté. Para ello se necesita, en primer lugar,
tacto, una cualidad que nos indica la justa medida en nuestro
modo de decir las cosas y encauzar los deseos de los demás
sin que entren en confrontación con los nuestros. También
necesitará dominar el arte lingüístico
del eufemismo, que no es otra cosa que la sustitución
de un término o frase que tiene connotaciones desagradables
o indecorosas por otros más delicados o inofensivos.
En segundo lugar deberá ser elegante, aunque ahora
no nos centramos solamente en el aspecto externo del vestir,
sino más bien en la forma correcta de expresar los
sentimientos, lo que va unido invariablemente a ser íntegro,
positivo y armonioso, sin que ello nos impida al mismo tiempo
ser sencillos y con buen gusto. Y en tercer lugar, y ya puestos
a buscar una trilogía de cualidades para el anfitrión,
debería ser también ingenioso, pues esta cualidad
asegurará, con su espíritu de invención,
la posibilidad para discurrir o crear con prontitud y facilidad
cualquier modificación que asegure salir de una dificultad.
Todo esto, y mucho más, se estudia en este libro.
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