Reseña: |
El envejecimiento se asocia a una disminución de la
vitalidad, y aunque no se puede evitar envejecer, sí
podemos evitar llegar a ser viejos prematuramente, del mismo
modo que podemos intentar llegar a cumplir la mayor cantidad
posible de años en plenitud. El envejecimiento normal
se diferencia del patológico (no natural), en que mientras
el primero supone la llegada de la sabiduría, la paz
de espíritu, el control de nuestras emociones negativas
y un lento declive que no nos impide disfrutar de la vida,
en el segundo solamente existe dolor, tristeza, y pérdida
manifiesta de las facultades físicas e intelectuales.
Envejecer es un hecho aparentemente irreversible, pero podemos
cuidar de nuestro cuerpo de forma tan óptima que apenas
percibamos los cambios, consiguiendo así un continuo
proceso de desarrollo, nuevas oportunidades, intereses y cambios
de perspectiva sobre la vida que la pueden hacer cada día
más interesante. Desdichadamente, todos los mensajes
que recibimos y queremos escuchar con agrado están
relacionados con la juventud, y ninguno con la fortuna de
llegar a viejos. Como hemos dicho, lo más frecuente
es asociar ser viejo con el dolor, la invalidez, la soledad
y la dependencia, y estos mensajes desalentadores llegan hasta
la última célula de nuestro cuerpo, ocasionando
un deseo general de no querer llegar a viejos.
El primer requisito para llegar a cumplir 120 años
es
desear cumplirlos, y desearlo intensamente todos los
días de nuestra vida. El primer y más importante
paso ya está dado; los demás, ahora los veremos
en este libro..
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